Mar. Mar 19th, 2024

Lago de Sete Cidades (São Miguel)

Preliminar

Viajar y comparar no suele ser una buena práctica, sobre todo si lo que buscamos es reforzar los tópicos que hemos aprehendido desde chicos; ya saben: ningún lugar como el nuestro. Pero cuando convives durante un tiempo en un espacio geográfico similar al tuyo con trayectorias históricas llenas de concomitancias y con un estatus jurídico y administrativo casi idéntico, percibes señales de que alguien, aquí abajo, nos está estafando.

Publicaremos una serie de artículos denominados Azores – Canarias donde, además de describir algunos aspectos geográficos, históricos, sociales y económicos de Azores, incidiremos en algunos análisis comparativos entre ambos archipiélagos. Algunos de esos análisis están basados en la subjetividad; otros están acompañados de datos estadísticos aunque hemos intentado que las cifras no conviertan los artículos en insufribles lecturas analíticas.

Estarán acompañados de muchas fotografías, algunas de ellas ilustran el texto, otras, simplemente pretenden exponer la belleza de un archipiélago que ha sobrevivido -de momento- a los efectos más destructores de la globalización.

AZORES – CANARIAS I

Antes morrer livres que em paz sujeitos, es el lema del escudo de Azores. Una heroica y romántica frase dicha por alguien que, como suele ocurrir en estos casos, se halla instalado en el poder y dispone de la vida de los demás. En el escudo también hay dos toros, nueve estrellas y un azor que le da nombre al archipiélago.

En Azores nunca ha habido azores. Hay milhafres, que son las aguilillas (buteo buteo) que viven en Canarias, el ratonero de Europa. Es un ejemplo de adaptación animal. Cuando llegó a las islas, mucho antes que las personas, tuvo que modificar su dieta porque no había ni ratones, ni conejos, ni topos, ni siquiera lagartijas. Así que se especializó en aves. Cuando los humanos colonizaron el archipiélago trajeron conejos (queriendo) y ratas (sin querer) y ya no tienen un depredador natural que controle sus plagas. Esta curiosa situación tuvo también alguna consecuencia sobre otras especies. Un pequeño búho (Otus frutuosis) desplazó sus nidos, huyendo del milhafre, a los suelos donde no había depredadores terrestres. Con la llegada de los humanos y por lo tanto de los roedores, el búho se extinguió. Puede que dentro de algunos siglos el milhafre readapte su dieta en una compleja vuelta evolutiva a sus orígenes.

Milhafre al acecho.

Su tamaño y apariencia confundió a los colonizadores que creyeron ver azores. Por eso están en el escudo y en su nombre. Y está sobre todo en sus cielos, acompañando nuestros pasos con sus gritos quejumbrosos como si caminásemos por cualquier espacio natural de Canarias. Las islas, especialmente las que se encuentran en las zonas subtropicales de los océanos, son reinos de biodiversidad. Y ocurren cosas prodigiosas. Azores está a 1600 kilómetros del continente europeo, que es el punto geográfico más próximo. Algunas libélulas, favorecidas por el viento, aterrizaron hace mucho tiempo en las islas. Pero solo llegaron hembras. El problema fue resuelto adoptando un raro y específico sistema reproductivo denominado partenogénesis en el que una célula sexual se desarrolla hasta convertirse en un nuevo individuo sin necesidad de haber sido previamente fecundada.

Las nueve estrellas del escudo simbolizan las nueve islas del archipiélago que, como Canarias, emergieron del fondo del océano Atlántico mediante la actividad volcánica. Su nacimiento se produce en uno de los lugares del planeta donde es más perceptible la geodinámica terrestre. En ese lugar del Atlántico convergen las placas tectónicas de América, de Eurasia y de Nubia. Cada una de esas placas tira para su lado y de esa lucha geológica, lenta y descomunal, surgieron las Azores.

La convergencia de las tres placas y sus movimientos han determinado sus edades y su peculiar deriva en el océano. Corvo y Flores, las más occidentales, están sobre la placa americana y para allá se mueven a una velocidad de 23 milímetros al año; Santa María, afectada por la placa africana de Nubia, camina igualmente lenta hacia el este; y las cuatro islas que conforman el grupo central (Graciosa, Sao Jorge, Faial y Pico) condicionan su existencia geológica a los empujes y tiranteces de las placas de Eurasia y Nubia. El caso más complejo es el de la mayor de las islas, San Miguel, cuya mitad este tira para Europa y la oeste, en ocasiones, hacia África.

Situación de Azores en el denominado Punto Triple, unión

y desunión de tres placas tectónicas. 

(Foto del libro Historia Natural dos Açores)

Las tensiones geológicas deparan también una enorme cantidad de seísmos. La mayoría son imperceptibles. Pero desde que las islas fueron pobladas han sido veintitrés los terremotos de intensidades máximas. El primero del que se tiene constancia ocurrió en 1522 causando más de cinco mil muertes sobre todo en Vila Franca do Campo (San Miguel); el último ocurrió en 1998 en la isla de Faial y deparó ocho muertes y más de cien heridos graves. Los efectos son todavía perceptibles en edificios y paisajes.

Faro de Ribeirinha (isla de Faial), afectado por el terremoto

de 1998

Interior del Faro de Ribeirinha (Faial)

Enorme deslizamiento de tierras provocado por el terremoto de 1998.

Son islas relativamente jóvenes. Sus edificios submarinos se iniciaron hace 45 millones de años, pero la primera en emerger fue Santa María, hace apenas 8 millones de años (la más antigua de Canarias, Fuerteventura, tiene una edad aproximada de 20 millones de años) y la más joven es Pico, cuyas piedras más antiguas tienen solo 300.000 mil años (El Hierro, la más joven de Canarias, tiene cerca de un millón de años). Esa relativa juventud hace que casi no existan barrancos, que las zonas centrales suelan estar cubiertas de pequeñas mesetas y que un porcentaje muy alto de sus costas sean acantilados.

Los prados son pastos; por eso hay toros en el escudo y muchas vacas en sus campos. A diferencia de Canarias, el sector primario tiene una relevancia de mucho peso en Azores. No solo en su economía sino en la cohesión social y en el paisaje.

Una visión que se repite en todas las islas: vacas, prados y naturaleza.

(Zona centro de Terceira)

Las roturaciones de tierra y por lo tanto la deforestación se iniciaron con el poblamiento de las islas allá por el año 1.430 empezando por la más occidental, Santa María. Pero todo es revisable y más en cuestiones históricas. Algunos estudios recientes confirman la presencia de granos de cereales con edades que retrotraen la presencia humana algunos silos. Sea como fuera, aquellas tentativas no fructificaron y el poblamiento humano de origen portugués (especialmente de las regiones del sur del país) se produce en la primera mitad del siglo XV.

Una curiosidad: los navegantes portugueses, para probar la habitabilidad de las islas, soltaron ganado y conejos durante algunos años previos a la colonización humana. Otra curiosidad: este dato lo sabemos gracias a Gaspar Frutuoso, un sacerdote jesuita, ejemplo del humanismo renacentista, que realizó una completa descripción de las islas macaronésicas en su obra Saudades da terra. Es una obra imprescindible para el conocimiento de Canarias.

La vida del azoriano Gaspar Frutuoso es algo misteriosa, más por la falta de datos biográficos que por enigmas esotéricos. Se sabe que nació en la entonces villa de Ponta Delgada, en la isla de San Miguel, en el seno de una familia acaudalada. Por eso pudo cursar estudios de Filosofía, Artes y Teología en Salamanca. Regresó a su isla, se ordenó sacerdote y lo enviaron a Bragança (norte de Portugal) donde fue propuesto para obispo, oferta que no aceptó probablemente porque aquello le sobrepasaba, porque quería disponer de tiempo para otros menesteres con menos oropeles o simplemente porque, como buen isleño, sintió la llamada de la tierra. Allí, y hasta su muerte con sesenta y nueve años en 1590, solo ejerce cargos menores en la Iglesia Matriz de Ribeira Grande, la segunda población más grande de San Miguel. En sus ratos libres escribió los deliciosos seis volúmenes de Saudades da terra.

Iglesia de Ribeira Grande. São Miguel.

Plaza de Gaspar Frutuoso. Ribeira Grande. São Miguel.

Existen más que fundadas dudas de que Gaspar Frutuoso visitara Canarias y Cabo Verde, archipiélago que también describe. ¿Cómo un hombre en 1564 pudo realizar una descripción tan minuciosa y fiable desde una isla perdida en el Atlántico sobre otras islas situadas a más de mil kilómetros de distancia? De momento no tenemos respuesta. Lo que sí sabemos, con exactitud, es que la explotación de dos plantas señaladas por Gaspar Frutuoso fue una de las primeras actividades económicas llevadas a cabo en Azores, ambas usadas en Canarias (y en otros muchos lugares) para usos tintóreos.

La urzela es la orchilla (Roccella tinctoria), por eso en la isla de San Jorge existe la localidad de Urzelina y en El Hierro está la Punta de la Orchilla. Y en ambos archipiélagos fueron muchas las muertes debidas a la recolección de este liquen, puesto que las grandes colonias se encontraban en los acantilados marinos de difícil acceso. De este liquen triturado se obtenía un tinte púrpura muy apreciado. Para obtenerlo no solo hay que triturarlo, hay que mezclarlo con amoniaco que en aquellos tiempos se obtenía de los orines descompuestos.

La otra planta es el drago, llamado dragoeiro en Azores (Dracaena draco). Su explotación para la obtención de su savia (que oxidada adquiere un color rojo intenso) casi lo hace desaparecer en estado salvaje. Hoy son numerosos los ejemplares –bellos y rotundos- que en todas las islas de Azores pueblan los espacios públicos y los jardines privados. El drago, además, confirma algunas de las teorías sobre la procedencia de las especies que pueblan las Azores.

Drago en Fajã dos Vimes (São Jorge)

Espectacular ejemplar en un parque de Horta (Faial).

Pequeño drago en Fajã de Além (São Jorge)

¿Desde dónde llegaron las especies que colonizaron las Azores? Este archipiélago cuenta con una menor biodiversidad que Madeira o Canarias. Dos son los hechos que condicionan esta situación: la lejanía de las masas continentales y su mayor juventud geológica. Pero se sabe (los estudios relacionados con la naturaleza del archipiélago son buenos y numerosos, especialmente los realizados en la Universidade dos Açores) que la primera colonización procede de África, antes de la formación de los grandes desiertos. De esa zona y de esa época procede el drago. El segundo momento y segunda zona de procedencia es el Mediterráneo, cuando las glaciaciones del Pleistoceno empujaron la flora a reductos más cálidos. Una de las especies más extendida en Azores tiene ese origen: la faya (Morella faya). Por último, las colonizaciones más recientes proceden de la Europa Atlántica, con especies tan emblemáticas para las islas como el queiró (Calluna vulgaris).

También en Canarias existen estudios especializados sobre los orígenes biogeográficos de las especies o sobre las diferentes formas de transporte utilizadas por las especies para llegar aquí. Estarán seguramente en las revistas especializadas o en las tesis doctorales (inasumibles para el público) que engordan los currículos académicos. En Canarias, a nadie se le esconde, hay un déficit en investigación en casi todas las disciplinas pero el déficit es aún mayor en la divulgación científica que pueda ser asumida –y consumida- por la población no especializada. La información que se obtiene buscando en el ciberespacio o en los libros publicados suelen repetir tópicos poco contrastados.

En Azores se da por asumida la teoría de la doble insularidad en la colonización de las especies. Dada la lejanía de las islas de cualquier punto continental, las plantas y animales, en la mayoría de los casos, utilizaron islas intermedias en los procesos de transporte. De esta manera fueron pocas las especies que llegaron directamente de los continentes sino que previamente pasaron, adaptándose y seleccionándose, a través de archipiélagos como Canarias o Madeira. Los científicos tampoco tienen dudas de que algunas de esas especies utilizaron archipiélagos ahora sumergidos (Paleo Madeira, Paleo – Canarias, Meteoro Grande y Sahariano) como plataforma intermedia. El grado de interés por la naturaleza en Azores ha deparado estudios y conclusiones tan concretas y certeras que se ha llegado a determinar no solo los mecanismos de transporte (corrientes marinas, viento o aves) sino qué semilla fue transportada en las patas o en las plumas del ave (caso del cedro) o a través de su ingesta (caso del palo blanco).

Sobre este medio físico insular, tan inestable como maravilloso, se asentaron los colonizadores portugueses, comenzando la historia de una comunidad humana que ha sobrevivido, literalmente, en un archipiélago a la deriva, en medio de un océano no siempre poético.

Teoría de la doble insularidad. Siglas: CV: Cabo Verde; Cn: Canarias; Md. Madeira.

PMd: Paleo-Madeira; PCn: Paleo – Canarias; GM: Gran Meteoro; Sa: Sahariano.

Información del libro Historia Natural dos Açores. (Universidade dos Açores, 2013)

Nota: Toda la serie de Azores-Canarias del autor, en la página: https://lapejiguera.blogspot.com

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