Mar. Mar 19th, 2024
El cantante Pablo Milanés

Muere el más internacional referente de la nueva trova cubana, junto a Silvio Rodríguez, Noel Nicola, Vicente feliu…y lo hace justo en el 50 aniversario de la creación de ese grupo de poetas músicos y músicos poetas que pusieron en el mapa a través de la canción, mestura de las raíces de esa isla hermana, la revolución que fue escuela y esperanza para el mundo entero.

Su último concierto, a pesar de haber sido crítico en ocasiones con el gobierno cubano en los últimos tiempos, sin dejar de seguir declarándose socialista, fue en su isla y frente a una pancarta con el rostro del Che. Hoy, en el día de su muerte, los «disidentes» que se amparan en el imperio capitalista de los estados unidos en Miami, no se lo perdonaban haciendo programas duramente críticos con el cantante, que hace nada utilizaran como arma arrojadiza, por este hecho histórico. Volviendo a hacer gala de su catadura moral y humana. A su vez, Cuba lo reconocía públicamente como referente cultural, social, y político indispendable. De nuevo Pablo, en su partida y sin pretenderlo, hacía entonar de nuevo los versos:

«No vivo en una sociedad perfecta,

yo pido que no se le de ese nombre,

si alguna cosa me hace sentir ésta,

es que la hacen mujeres y hombres…

Quien la hizo nacer, quien participó,

quien la hizo cambiar y no perecer,

no le complacen todas las cosas

pero por esto da ya la vida.»

Aquellos de Fidel de «dentro de la revolución todo, contra la revolución nada». De nuevo, casi sin quererlo, llenó la esperanza:

«El extremista y el cobarde

van convergiendo en su dolor

mientras el resto con amor

trabaja porque se le hace tarde.

Así sucede en los parajes

donde subir te hace mejor

el falso no tiene valor

el verdadero sigue su viaje.»

Pero si algo me trajo Pablo en lo personal, fue la delicadeza de sentir, en lo estremecedor de su voz y en lo sensible de su poesía, que no puede haber revolución, cambio social y humano, sin la ternura y el amor. Vida, amor y otras revoluciones de palabritas desinquietas, que habitaban sus canciones para hacerlas una misma cosa que alimente el mundo: «Amo sin ver lo que en el futuro tenga que acontecer,
dejo al sentir más puro florecer» «Sufre conmigo el error que cometeré, goza también lo que de bien
se ha de lograr sin pretender…Sube conmigo a encontrar el escalón que evocaré para llegar a ese lugar que un día soñé…»

«Ámame sin temor alguno
que yo he de prometer
fidelidad a mi modo de ser…»

Me pasa, no sé a ti, que cuando camino por ciudades nuevas, por aceras que nunca antes había andado, que tarareo en silencio las canciones y los poemas que alguna vez escuché o leí sobre ellas. Es una manera de sentirla conocida, de estar en casa a pesar de las distancias habitándolas con lo que ya sentía de ellas. Hoy es imposible no recordar con la piel, como se me erizó hasta el llanto cuanto tarareé «Yo pisaré las calles nuevamente», canción que dedicó a Miguel Enriquez el día de su asesinato, cuando me hallaba frente a La Moneda, mortaja de Allende. En aquel 2013 Chile lucía en color, igual que la había visto ciento de veces en los documentales en blanco y negro. Tremendamente gris y reprimida por los mismos uniformes que golpeaban desde sus tanques de agua tóxica, a las activistas que recordaban a sus muertos luchando en aquel 40 aniversario del golpe de estado de Pinochet, al sueño de las de abajo.
Allí estaba Pablo, su voz, mesturada con la de Silvio, inseparables, como tantas veces en mi vida militante, y en el amor, que gracias a ellas como ya dije, entendí de niño que son y deben ser la misma cosa.

Hoy me queda agradecer, por todo esto y por la duda tan necesaria para hacernos mejores, para cuestionarnos a nosotras desde dentro, con la otra que nos acompaña en el camino de crecer en un mundo mejor para todas. Para amarnos como somos y tomarnos sin temor, para poder ser también el llanto y no siempre la risa, para no pisar jamás tierra firme de continentes que ya se han abarrotado, para amarnos siendo islas conectadas con derecho a decidir su camino sin bloqueos, para preferirnos compartidas, antes de vaciar la vida, sin ser perfectas pero acercándonos a lo que soñamos, y entregarnos cual si hubiera solo un día para amar.

tanmmirt Pablo Milanés

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