Pablo Estévez Hernández, 2022[1]
En 1982, una profesora destinada en Icod del Alto, Tenerife, inicia un trabajo de campo sobre la música popular de la zona. Rápidamente la ponen en contacto con dos bailadores que le presentan una parranda con el nombre de “Familia Los Alzados”, procedentes de los altos de San Juan de La Rambla, de un lugar con la denominación también significativa de “Lomo Los Alzados”. El nombre le provoca curiosidad, ya que, aunque se conocía bien el origen histórico de la denominación “alzados”, no se tenía constancia de la continuidad de ese nombre en la zona. Más elementos hacen seguir la pista histórica: el pastoreo de cabras, la devoción por la virgen de Candelaria en una zona rodeada por otras advocaciones, el tipo de música y bailes que practican, etc. Tras más de 30 años de investigación, se descubre que la genealogía de un conjunto de familias asociadas a este nombre proviene efectivamente de un grupo histórico que protagoniza los últimos focos de resistencia tras el final “oficial” de la Conquista de Tenerife.
Los guanches alzados eran fugitivos y fugitivas que se desplazaron a las zonas altas de la isla con la intención de mantener sus comunidades, saberes y formas de vida lejos de la colonización que se normalizaba con la instauración de la nueva sociedad. Manteniendo su religión y sus modos de vida al margen de la evangelización forzosa, los guanches alzados fueron objeto de duras persecuciones.
A la zona de Icod del Alto, donde se fundan grupos de alzados huidos tras la última batalla de Tigaiga, es enviado un cazarrecompensas de origen flamenco de nombre Jorge Grimón. Sus incursiones en la zona muestran que la conquista nunca terminó del todo, sino que se prolongó en estas luchas por la exterminación y la asimilación que dejaron muchos muertos en los refugios de las cumbres.
Estas persecuciones fueron poco comentadas por los historiadores oficiales, que datan el fin de la Conquista en 1496, con el bautismo de los menceyes en Realejo Alto y el destierro de algunos de ellos a manos de Alonso de Lugo, El Adelantado (conquistador de la isla). Al regresar a Tenerife tras una visita a los Reyes Católicos, El Adelantado contrata a personajes como Grimón para “pacificar” las zonas altas. La violencia imperial continúa. Pero más allá del silencio oficial, la guerra y persecución quedó reflejada en una toponimia que se encuentra en San Juan de la Rambla, cambiada con los últimos años: en un lugar antes llamado “La Matanza”, cuyo nombre se refleja en un documento descubierto por la investigadora Cristobalina Mesa León. Hoy en día hay un parque recreativo en la zona, que recibe el nombre de Tahona, hecho que molesta a las familias relacionadas con esta historia; pues no sólo se recuerda La Matanza, sino que también puede que la Tahona sea una confusión por Tabona (que en indígena canario representa una piedra afilada usada como herramienta o arma). Tahona haría alusión a un tipo de molino inexistente en el lugar, pero, por la contra, una fuente de obsidiana, ideal para la fabricación de tabonas, sí que existió donde hoy está el parque recreativo.
La Matanza, en su nombre dado por la comunidad (y no por la posible confusión que da pie al actual Tahona) sería pues un reflejo en el espejo del actual término municipal, también del norte de la isla, conocido como La Matanza, pero cuya inversión se da porque, mientras esta denominación fue dada por los vencedores que fueron en ese lugar vencidos, aquí son las víctimas de una persecución tras esa conquista las que dan este nombre frágil que ha sido cambiado con el paso del tiempo.
La Tabona, La Matanza, es un lugar de los que el investigador canario Juan Bethencourt Alfonso llamaría “sitios pesados”, lugares que están relacionados con la dimensión de la muerte, que provocan miedo y desorientación. De La Matanza existen innumerables historias contadas especialmente por los cazadores de luna, sobre almas penadas y sustos; pero una historia en particular, contada en el entorno de la familia Alzados, revela que la zona pudo ser el escenario de una matanza histórica perpetrada por Grimón y sus hombres. El cazador de luna y miembro de la familia Alzados, Eugenio González Rodríguez, que visitaba mucho el lugar, contaba una historia (en la forma de cuento), que ahora queda registrada a través de familiares que la oyeron, como una versión de un sobrino que cuenta como Eugenio (llamado también compá Ugenio), estando en la zona, comenzó a oír rugidos de caballos, griteríos y fogueo de armas. A su cabeza venían imágenes de persecución a caballo con soldados. Este cuento demuestra una diferencia fundamental con las historias frecuentes de miedo asociadas al lugar, ya que se revela en paralelo con las asunciones históricas que encontramos sobre la zona, como si este sentir el lugar pesado demostrara un tipo de conocimiento negado con el paso de los años a la historia oficial. Algo así como una memoria involuntaria, que pertenece socialmente a este colectivo (que conserva, por tanto, algo más que los nombres antiguos y las prácticas del pastoreo).
El cuento de Compá Ugenio deja entrever una persecución a un guanche que doma un caballo y huye, concurriendo en el lugar su asesinato. Otras historias similares se conservan en la memoria colectiva, como otro asesinato de una guancha, contada en este caso por Adolfo González Pérez: “Según decían mis abuelos, a los guanches, onde los vian, los mataban, y creo que quedaba la guancha esa, se quedaba pa arriba pal monte, y creo que venía al oscurecer a buscar agua en una talla. Allí la agarraron y la mataron, por eso se llama Fuente la Guancha”.
La investigadora, de nombre Carmen Nieves Luis García, llega sobre finales de los años setenta del siglo pasado, ocupando una plaza de maestra de música en un Icod del Alto en plena transformación, dejando poco a poco atrás su nombre de Icod de los Trigos y ya conectado por carretera al resto del municipio de Los Realejos, tal como se refleja en este canto: “Icod del Alto no es quien era / que se ha vuelto Santa Cruz / que ahora tiene de nuevo / la carretera y la luz”. Pudiera parecer que la modernización acelerada y continua del lugar ofrecería más bien poca información sobre un legado tradicional de más de cuatro siglos. Sin embargo, su labor y su insistencia, añadido a un trabajo didáctico que ponía atención en la comunidad, favorecieron una investigación imprescindible y la creación de una asociación que viajó por las Islas y América Latina llevando consigo esta historia. Carmen Nieves les pedía a alumnos y alumnas que fueran a sus casas y hablaran con padres, madres, abuelas, abuelos; que preguntaran por sus juegos, por sus canciones, por las “pequeñas” cosas que acompañaban la vida cotidiana. De ese esfuerzo, que tenía al colegio como punto de partida (el ahora CEO La Pared, que debe su nombre a la finca donde se aclimataron las primeras papas provenientes de Abya Yala), se creó también un museo en uno de sus pasillos, “El Museo de Los Alzados”, un museo también “pequeño”, que muestra con toda humildad los objetos que ha aportado una comunidad en cambio a esta gran historia.
Fuentes:
Este corto ensayo está basado en los siguientes trabajos:
Luis García, Carmen Nieves: La música tradicional en Icod de los Trigos. Tiempo de juegos, rezos y entretenimientos. Volumen I. Cabildo Insular de Tenerife. Tenerife.
Fariña González, Manuel A. (2011) “Estudio histórico sobre Los Alzados”. En: Carmen Nieves Luis García: La música tradicional en Icod de los Trigos. Tiempo de juegos, rezos y entretenimientos. Volumen I. Cabildo Insular de Tenerife. Tenerife.
Estudios complementarios usados aquí:
Perera Lorenzo, Manuel (1983) ¿Qué fue de los guanches alzados? Prólogo aquí: http://chaureroeguerew.blogspot.com/2013/06/que-fue-de-los-alzados-guanches.html
Videos: https://www.bienmesabe.org/bms/?q=tv_ejemplar&id=911
[1] Este es un ensayo basado enteramente en el capítulo introductorio de Manuel Fariña y Carmen Nieves Luis para su trabajo La música tradicional en Icod de los Trigos. Tiempo de juegos, rezos y entretenimientos, con la intención de ser breve y divulgativo Igualmente ha sido fundamental la ayuda de Pedro Alonso Fumero, del grupo de Los Alzados, por contarnos parte de esta larga historia en persona durante sendas visitas al Museo de los Alzados.