Canarias, Colonia en África ocupada por España.
Canarias fue conquistada por la fuerza, ante la resistencia indígena de más de un siglo, y colonizada por la corona de Castilla hace más de 500 años. La población ínsuloamazigh, el denominado pueblo guanche, sufrió numerosas bajas derivadas de los enfrentamientos militares, las enfermedades y la esclavitud, viéndose obligada a acatar de manera pública la lengua, cultura y religión foránea, aunque dándose formas de resistencia culturales y sociales importantes en ámbitos privados fuertemente perseguidos y reprimidos, llegando algunos hasta nuestros días. Concluida la conquista, la ocupación del territorio se lleva a cabo a través del repartimiento de tierras, aguas y personas esclavizadas entre los conquistadores, colonos, la Iglesia, órganos de poder coloniales, así como entre un reducido número de indígenas que colaboraron con los conquistadores. Todo ello dentro de una lógica colonialista, de acumulación de riquezas para la corona, para alimentar al incipiente estado y a las clases privilegiadas, con un elemento central en torno al catolicismo como estandarte y justificación moral del latrocinio. En Canarias se ensayaron los distintos elementos que se emplearían en lo sucesivo durante la colonización de América (Abya Yala) dándose un proceso tan parejo que no podemos considerar derechos políticos derivados de la violenta ocupación para un territorio, sin considerarlo de la misma forma para el otro.
Las islas, puerto franco con un régimen económico fiscal propio desde la conquista, se han utilizado históricamente para proveer de materias primas (cochinilla, vino, azúcar, plátano, tomate…) a empresas exportadoras extranjeras (inglesas principalmente) y de la metrópoli (la corona de Castilla primero y posteriormente el reino de España) utilizando el Archipiélago como la finca particular del Estado Español hasta la actualidad para su único enriquecimiento, hoy con el monopolio del turismo, mientras las islas quedaban sumidas en la pobreza. También las oligarquías provenientes de los conquistadores y afincadas en el país canario, han controlado la economía de las islas a través del comercio con el exterior y de la propiedad de la tierra y el agua, con una sociedad fuertemente jerarquizada y una economía medieval y agrícola hasta bien entrado el siglo XX, que para la mayor parte de la población ha sido de mera supervivencia.
Tras el golpe de estado de 1936, los avances conseguidos por la clase obrera desde hacía más de 50 años se esfumaron, la represión en las Islas posterior al 18 de julio fue demoledora y vengativa. Entre asesinatos y ejecuciones, juicios farsa, desapariciones, personas que fueron enviadas al frente en el bando fascista, castigadas en batallones de trabajo, exiliadas y emigradas se calcula que se perdió a la mitad de la población. A la violencia y el terrible impacto demográfico, se deben sumar la represión económica, política, ideológica y social que sufrió la clase obrera organizada y aquellas personas que eran consideradas rojas, progresistas, moralmente degeneradas, etc.
Durante la dictadura también se produjo un fuerte proceso de aculturación e imposición de rasgos culturales propios del imaginario nacional-católico-fascista español impuesto desde el Régimen, donde Cultura y Folclore fueron simplificados por el franquismo para su aprovechamiento social y político, condenando al ostracismo el verdadero folclore popular precolonial y poscolonial, siendo conservado en parte de manera clandestina en el seno del pueblo canario. Ya en las décadas de los setenta y ochenta, a raíz de la nueva ola del nacionalismo canario al que luego nos referiremos y al resurgir cultural, se da todo un trabajo en el rescate de la cultura y el folclore popular desde el movimiento social y la llamada “nueva canción canaria” que va a dignificar y a revitalizar la “cultura popular canaria” en forma de movimiento educacional, artístico, musical y deportivo, así como en los usos y costumbres relacionados con la vida de las clases populares como son los juegos tradicionales, el lenguaje silbado o el estudio etnográfico.
Luego, con la llegada de Coalición Canaria fundada en 1993, y sus siglas antecesoras, se vuelve a hacer uso de la folclorización con fines partidistas de la cultura popular canaria, al igual que en el franquismo, para seguir siendo ridiculizada y utilizada en la actualidad por la industria turística, con la finalidad de ampliar la oferta con aspectos folclóricos o burdas recreaciones de la vida de los indígenas canarios. El camarero vestido con traje típico, el parque temático guanche… refuerzan la visión del canario y la canaria serviles, exotizados, primitivos… reproduciendo el relato colonial de sumisión hacia el que viene de fuera. El mismo relato que se fomenta desde las instituciones que invitan a la población de las islas a ser amables y serviciales con el turismo porque, dicen, nos dan de comer, aunque la realidad es que son ellos quienes viven de nosotras y nuestros recursos.
En el último periodo de la dictadura y los años de la transición, el movimiento contra el régimen tuvo un importante elemento nacionalista, anticolonialista y africanista en Canarias. La lucha social y laboral, la africanidad de las islas y el origen Amazigh de sus primeros pobladores que, junto a las culturas llegadas tras la violenta conquista y la relación con Abya Yala a raíz de la emigración, constituyeron la idiosincrasia de las canarias y canarios actuales, contribuyendo a crear una renovada identidad canaria consciente del trato colonial recibido en las islas y con la voluntad emancipadora que se plasmó en el auge del Movimiento de Liberación Nacional Canario que llegó a su punto álgido a finales de los 70 cuando la OUA (Organización de la Unidad Africana) apoyó las reivindicaciones del Movimiento para la Autodeterminación y la Independencia del Archipiélago Canario (MPAIAC).
El MPAIAC fue fundado en 1964 en Argelia por el abogado laboralista Antonio Cubillo, exiliado durante el franquismo y que anteriormente había estado vinculado al Movimiento Canarias Libre. En 1968 la OUA reconoce al MPAIAC y el derecho de las Islas Canarias a la autodeterminación, reconociendo la obvia africanidad de las islas, dictaminando que debía iniciarse el legítimo proceso de descolonización del Archipiélago. En el año 75 Argelia pone Radio Argel a disposición del MPAIAC, que inicia las emisiones de radio de “La Voz de Canarias Libre” para el Archipiélago Canario. En los años siguientes morirán dos activistas del movimiento en manos de las fuerzas represivas del Estado Español y en respuesta a esos asesinatos la organización declara la lucha armada a través de las FAG (Fuerzas Armadas Guanches), todo a la vez que la popularidad y el apoyo al proceso crece notablemente en las islas, que estallan en huelgas obreras y rebeliones populares como respuesta a los asesinatos de personas relacionas con el Movimiento. El atentado del Estado Español contra Cubillo el cinco de abril de 1978 que casi acaba con su vida dejándolo en silla de ruedas, la labor diplomática del gobierno del gobierno español en el continente africano y la fuerte represión del Estado en las islas, terminarían con el MPAIAC, cuya militancia pasará a formar parte de otras iniciativas independentistas. El Movimiento dejó su legado en el análisis y las reivindicaciones de un amplio espectro del activismo canario que marca hasta la actualidad a un importante sector de la izquierda en Canarias. Sector que vive un importante resurgir a principios de los noventa y va creciendo de manera exponencial hasta finales de la década de los dos mil alrededor de la Organización Juvenil Azarug y el I Congreso del Movimiento de Liberación Nacional Canario que engloba a organizaciones, asociaciones y personas de todos los ámbitos sociales, culturales y políticos. Un ejemplo de este proceso y la relación con nuestro continente fue la realización en Gran Canaria del I Congreso Mundial Amazigh (CMA).
Región Ultraperiférica, nuevo eufemismo para decir Colonia
La entrada del Estado Español en la Unión Europea supuso para el Archipiélago adquirir la condición de Región Ultraperiférica (RUP), el marco que regula las relaciones de la UE con algunas de las que fueron o son colonias de ultramar de Francia, Portugal y España y que ahora pertenecen a la UE y, por tanto, están dentro del espacio Shengen.
Los fondos europeos para las RUP han cofinanciado gran parte de las infraestructuras de las islas, modernización necesaria para aumentar la competitividad de Canarias como destino para el Turismo y, por tanto, en beneficio de las empresas del lobby turístico europeo, así como para el necesario traslado de mercancías para la industria capitalista.
La situación geoestratégica del Archipiélago, que juega un papel fundamental en los intereses tricontinentales de las grandes potencias políticas y de guerra, lo convierte también en uno de los objetivos del nuevo acuerdo europeo sobre inmigración. Al igual que venía sucediendo en Ceuta y Melilla, Canarias ha reafirmado con esta última “crisis migratoria” su papel de frontera sur de la Unión Europea en la ruta Atlántica. Las imágenes del muelle de Arguineguín, de los campamentos temporales, de las naves infames repletas de migrantes… recuerdan a las que se viven en otros territorios frontera (interior y exterior) de la actual UE, espacios de excepcionalidad legal, de no derechos y no vida.
Sin duda la condición “ultraperiférica” de Canarias ha contribuido como “contraprestación” a su nuevo estatus como centro de detención, cribado y devolución, lejos de las miradas de las metrópolis europeas. Sin embargo, eso que pudo servir excepcionalmente durante la pandemia, ahora parece entrar en conflicto con los intereses económicos de la industria turística, por lo que todavía es incierto el futuro.
Economía, sociedad canaria y migración.
La emigración es un elemento constante en Canarias en los últimos 150 años, pues la tremenda desigualdad histórica y transversal, la represión, las hambrunas debidas a las malas cosechas, la agricultura basada en el monopolio de la exportación y la fuerte dependencia forzada del exterior, siempre han mantenido a un importante sector de la población en condiciones de pobreza extrema, hecho que se mantiene hasta el día de hoy.
A pesar de que el canario siempre ha sido un pueblo emigrante, el balance migratorio se invirtió a mediados del siglo XX a causa del desarrollo turístico y, posteriormente, de la entrada en la Unión Europea, principal origen de la inmigración junto a Latinoamérica. Con el cambio de siglo la llegada de inmigrantes regulares e irregulares se intensificó en las Islas. Hoy en día, con 2,2 millones de habitantes, en Canarias hay 300 mil personas extranjeras empadronadas y unos cuantos miles en situación irregular, la mayoría provenientes del continente americano.
El crecimiento económico en Canarias en los últimos 70 años, vino de la mano de la industria turística que inició su desarrollo en los años 50 del siglo pasado, impulsada por el régimen franquista que veía en el turismo una fuente de divisas y la oportunidad de abrirse, al menos en apariencia, al resto del mundo. El turismo paulatinamente fue desplazando al sector agrícola hasta convertirse en el monocultivo que es ahora, y aunque desde el principio hubo capital extranjero, la oligarquía instalada en el territorio se reconvirtió al poseer la mayoría de la tierra de las zonas costeras, con lo que ahora tiene una parte del pastel.
El sistema económico con raíces coloniales predominante en las islas se aplicó también al modelo turístico que goza de excelentes condiciones fiscales, mano de obra barata y apoyo institucional para la construcción de infraestructuras para uso turístico, para facilitar la explotación del territorio y en forma de ayudas directas. La mayor parte del beneficio de la industria turística termina fuera de las Islas, dejando solo un pequeño porcentaje de los beneficios generados en Canarias y, además, repartidos en unas pocas manos.
Para la mayoría de la población el turismo supone un trabajo mal pagado y precario con el que subsistir, la posibilidad de trabajar en el sector servicios que, junto a la construcción, es el que acapara la mayor parte del empleo. Las distintas crisis y sus consiguientes procesos acumulativos han dejado la industria turística en manos de los grandes grupos hoteleros multinacionales y turoperadores extranjeros, ambos participados fuertemente por fondos financieros, con lo que el proceso de acumulación se ha intensificado afectando directamente al aumento de la desigualdad social, la precarización laboral y el impacto sobre el territorio.
Así, la sociedad canaria es una de las más empobrecidas del actual Estado Español. Según el último informe de Cáritas, unas 400 mil personas (casi una de cada cinco) viven en situación de pobreza extrema y son cerca de un millón las que están en riesgo de exclusión, aproximadamente la mitad de la población. El impacto de la pandemia en el turismo ha provocado un parón de la economía, el aumento de la desigualdad y la constatación de que la atención social es incapaz de mejorar la situación de decenas de miles de hogares que viven en la miseria.
La pandemia también puso al descubierto la precarización de la población migrante en las Islas, en gran medida empleada en los puestos de trabajo peor pagados de la hostelería, el trabajo de cuidados y la llamada economía informal. Durante el confinamiento se reactivaron las redes de apoyo formadas por personas migrantes, visibilizando los problemas estructurales que sufren, creando redes solidarias y participando en distintos espacios reivindicativos y de apoyo mutuo de las islas.
Cabría reflexionar el porqué del foco amarillista mediático que se puso sobre las personas que estaban consiguiendo llegar a nuestras costas, pero sin nombrar la parte de la economía de las islas, formal e informal, que se soporta sobre el trabajo de la población migrante que vive en Canarias. Alguna de ellas llegada en su día en cayuco o patera, pero la mayoría en avión. De eso no interesa hablar, porque es el batallón de reserva del capitalismo furtivo.
Canarias es una Colonia ocupada política y militarmente por España y la Unión Europea, y como tal es usada en su beneficio económico, social, militar y de frontera de sus intereses a modo de cárcel archipelágica, sin importar qué suceda ni para la población canaria ni mucho menos con los miles de personas que alcanzan nuestras costas en busca de una vida digna.