Mar. Mar 19th, 2024

La imagen bíblica del “diluvio universal” y la construcción de una arca por Noé, para salvar la humanidad y a las demás especies de una destrucción segura, es demasiado conocida como para explicarla. Sólo aclarar que se trata de una parábola presente en varias culturas y que no es patrimonio exclusivo de las religiones que se inspiran en la Biblia.

El diluvio es la tormenta en el lenguaje zapatista, de modo que se trata de un primer paralelismo con las reflexiones de los movimientos anti-sistémicos. Al igual que en el relato del Génesis, la humanidad afronta en nuestros días la posibilidad de su desaparición como consecuencia de un conjunto de factores como el cambio climático y la crisis de los antibióticos, pero sobre todo por la cuarta guerra mundial desatada por los de arriba contra la humanidad.

Una segunda cuestión se relaciona con las razones para construir un arca. O sea un refugio ante la catástrofe. Este es uno de los temas centrales de los movimientos actuales y del debate que promueve el EZLN. No se trata de un refugio para encerrarse sino para protegerse y seguir construyendo mundos nuevos, seguir resistiendo las agresiones del capital y los estados.

El zapatismo nos llama a organizarnos, un paso primero e ineludible para enfrentar la tormenta/diluvio. A partir de ese paso, podemos pensar en dar otros más, como construir algo nuevo y defenderlo por lo tanto en medio de la destrucción. El punto clave es qué y cómo construir. De suyo, se desprende, que no pueden ser construcciones idénticas a las que están llevando a la ruina a la humanidad.

A mi modo de ver, eso son las autonomías. Espacios creados y controlados por los diversos abajos para sostener la vida. Si no somos capaces de construir las arcas/autonomías, sencillamente no podremos sobrevivir a la cuarta guerra mundial. Son los modos para mantener alejados a los poderosos y sus guardias armadas, porque sabemos que vienen por nosotros y nosotras.

Tenemos que decidir de qué materiales serán las arcas, qué diseño deben tener, quiénes pueden ingresar a ellas. El punto clave, el que nos diferencia del arriba, es cómo tomamos las decisiones. En el sistema capitalista las toman un puñado de personas situadas en la cúspide la pirámide social, los más ricos e influyentes. Entre nosotros, las toma la gente común, los de abajo, hombres y mujeres sencillas.

La tercera consiste en si Noé debía atender o no las burlas de sus vecinos, si debía intentar convencerlos de que el diluvio era inminente y las razones por las cuales construía el arca. Si se hubiera dedicado a ello, no le hubieran dado ni los tiempos ni las energías como para terminar su obra. El ejemplo es la mejor pedagogía.

En estos momentos sucede algo similar. Si dedicamos nuestras energías a disputar dentro del sistema, ya sea en el terreno electoral o en cualquier otro, ya sea para conquistar algún gobierno o para “mejorar” lo ya existente, no tendremos entonces fuerzas para construir algo diferente. Es el anzuelo que nos ponen delante para desarmar nuestra capacidad de construcción y, por lo tanto, de resistencia.

La creación de lo nuevo y la resistencia se alimentan de forma recíproca. La resistencia no puede ser de puras ideas, ideológica como se dice en los círculos de militantes avezados. La resistencia de larga duración debe incluir el agua y los alimentos (pero de calidad), una salud y una educación a nuestra medida, ciencia y técnicas apropiadas, justicia comunitaria y defensa de los espacios y territorios. Si no es así, si se agota en el discurso, es una resistencia que va a durar poco, quizá tanto como duran los discursos.

Defenderse de los de arriba pero centrarse en los de abajo. Una vez que pase la tormenta, llegará el momento de la reconstrucción, que puede ser el momento de expandir los mundos nuevos que ya existen en pequeño, en las arcas/autonomías que hemos construido y defendido. Nada es seguro, ni se trata de una propuesta con pretensión de estrategia, sino apenas una mirada de lo que hacen desde hace cierto tiempo un puñado de movimientos anti-sistémicos.

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