Jue. Dic 5th, 2024
  • «O feminismo está a pasar por aquí”, nos advierten los muros de las ciudades, uno de los canales de comunicación más propios de la acción política subversiva.

También pasó el feminismo por el espacio de coordinación Baladre. Y desde aquel encuentro ya nada fue como antes.

Allá por los años 80, en la ciudad de Gasteiz, la Asamblea de Paradas inició un largo proceso de lucha como respuesta a un contexto socioeconómico y político marcado por el desempleo, la precariedad, la exclusión y la represión donde comienzan a reflexionar sobre determinados temas; la diferencia entre trabajo y empleo, el papel del trabajo reproductivo para el sostenimiento de la comunidad o la división sexual del trabajo. Estas fueron algunas de las cuestiones que sembraron las compañeras feministas que habían arribado a ese espacio.

De los intensos debates que tuvieron lugar en los encierros y movilizaciones nació una convicción: ya era hora de avanzar de la reivindicación del empleo, sin atender a la utilidad social del sector y las condiciones en las que se desarrolla y siempre bajo la lógica de la competitividad y el sometimiento, a la reivindicación de una vida digna.

Ante la demoledora evidencia, asumida incluso por los gestores del Capital, de que el pleno empleo ya nunca sería posible (nunca lo fue para las mujeres y otras identidades minorizadas, utilizadas siempre como pieza de ajuste para  responder a la necesidad de los mercados de disponer de mano de obra barata y disciplinada), era preciso idear alguna forma de garantizar unas mínimas condiciones de vida, con independencia de la situación laboral de las personas. A esta primera intuición se le bautizó como “Ingreso Social Universal”.

Estaba plantada la semilla de la propuesta que más adelante se formularía, primeramente, bajo el nombre de Renta Básica y unos años después, con el fin de diferenciar una herramienta con inequívoca vocación anticapitalista de otros modelos  débiles, se perfiló como Renta Básica de las Iguales (RBis, en adelante).

Antes de avanzar en los aportes que, a nuestra juicio, ofrece la propuesta de la RBis a la lucha feminista, es necesario definir esta herramienta de reparto de la riqueza. Así, entendemos la RBis como una herramienta para abrir brechas en el Capitalismo y su hermano gemelo, el Heteropatriarcado, que actúan sinérgicamente generando desigualdad, exclusión, violencia y destrucción ambiental. Dos son los objetivos que pretendemos alcanzar: a corto plazo, distribuir la riqueza para garantizar la cobertura de necesidades y el sostenimiento de la vida; y, a largo plazo, ir creando las condiciones necesarias para un proceso de transformación social profundo.

La RBis se define como el derecho que tiene cada persona, solamente por el hecho de nacer, a percibir una cuantía periódica para cubrir sus necesidades materiales. Una serie de rasgos caracteriza la propuesta y la diferencia de otras de corte más reformista: la renta a ser asignada deberá ser incondicional, universal, individual y suficiente.

Además, en aras a ir ganando espacio al mercado para la satisfacción de nuestras necesidades y el fortalecimiento de la trama comunitaria que requiere cualquier proceso de transformación social radical, la propuesta de la RBis prevé el incremento paulatino del porcentaje destinado al FRB. Es decir, que la cuantía destinada al fondo común (inicialmente, un 20%) debe tender al 100%, mientras que el porcentaje percibido por cada persona de forma directa (de partida, el 80%), deberá ir reduciéndose hasta tender al cero. Con ello estamos apostando por un proceso que nos permita ir generando las habilidades y condiciones para la satisfacción de necesidades por el conjunto de la comunidad haciendo que la economía de mercado deje de regular las relaciones sociales.

Una cuestión que ya mencionamos, mas que merece la pena volver a resaltar es que para las gentes de Baladre la RBis es una propuesta más. Su carácter transversal facilita la discusión e inclusión en la agenda programática de diferentes movimientos sociales y debe servir para nutrir los procesos de lucha y generar redes de apoyo mutuo. En ese sentido entendemos que la propuesta aporta un horizonte estratégico de lucha contra la lógica productivista del capitalismo y todo el marco de valores en el que se sostiene. Todo lo contrario que otras propuestas de corte más reactivo e inmediatista.

Precisamente, ese elemento estratégico coincide con una de las dos dimensiones que, a nuestro juicio, dan cuenta de los cruces entre la RBis y los planteamientos feministas. Por otro lado, la dimensión pedagógica no sólo posibilita situar muchas de las cuestiones que se fueron desarrollando a lo largo de la historia del movimiento, sino que proporciona una oportunidad para debatir y llegar a acuerdos sobre cuáles son nuestras necesidades reales. Preguntarnos qué significa vivir bien y cómo nos hemos de organizar socialmente, rompiendo con los esquemas de opresión y desigualdad que implica la división sexual del trabajo para garantizar una vida digna, plena y feliz para todas las personas.

Unos años más tarde aquellos comienzos en Gasteiz, al acercarnos a los planteamientos de la economía feminista, fuimos encontrando nexos comunes y voces que señalaban la necesidad de colocar la vida en el centro de la organización social y de nuestra acción política y que incluso van más allá al proponer que es el momento de reivindicar “una vida que merezca la pena vivir” (Pérez, 2012).

Sostenemos que esta herramienta puede ser valiosa en la lucha por desplazar los mercados, el empleo y el paradigma productivista del centro de nuestras vidas. Por un lado, posibilitando la búsqueda de formas colectivas, justas y sostenibles de satisfacer nuestras necesidades y demandas de cuidados. Por otro, fortaleciendo la resistencia al secuestro de nuestros bienes comunes (materiales e inmateriales) y de nuestras potencialidades, del chantaje del empleo y de las relaciones capitalistas. Promoviendo la apertura de espacios para la exploración y el desarrollo de elementos que la lógica capitalista desprecia o mercantiliza, pero cuyo valor vamos, poco a poco, (re)descubriendo, legitimando y tomando en nuestras manos: tiempo, descanso, autocuidado, sexualidad, relaciones, cultura, recreo, participación…

Así, la división sexual del trabajo y la relación entre la esfera de producción y la reproducción social, el papel del salario para el disciplinamiento capitalista y sus limitaciones a la hora de cubrir el conjunto de nuestras necesidades, el obligado debate sobre estas últimas y sobre cómo nos organizamos para satisfacerlas de forma sostenible y socialmente justa, la apropiación de la plusvalía de género para engrasar la maquinaria productiva, la estrechez del actual paradigma de ciudadanía o la independencia económica como paso para la autonomía y el alejamiento de la familia heteronormativa, son algunas de las cuestiones que entendemos que la RBis nos permite colocar a debate. Aunque muchas de ellas son ya clásicas en los análisis y la producción teórica feminista, mediante la RBis se abre la oportunidad de situarlas entre otros colectivos y sectores de población, ampliando pues la capacidad de generar propuestas y escenarios sociales dónde los cuidados y el bienestar sean protagonistas.

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