Dom. Nov 16th, 2025

Ya anunciamos en Abril los daños producidos sobre un conjunto de grabados rupestres en el municipio de Adeje como consecuencia de unas marcas de señalización de senderos, realizadas con pintura sobre el mismo soporte de piedra donde se encuentran dichos grabados indígenas. Este hecho lamentable ha vuelto a pasar en un yacimiento ubicado en la comarca de Acentejo. Nuevamente tenemos que lamentar la falta de coordinación y el desconocimiento absoluto entre las administraciones encargadas de velar por el patrimonio y las empresas responsables de gestionar los senderos, pese a que en ambos casos los bienes arqueológicos dañados se encuentran catalogados y estudiados por académicos, que han puesto en valor su importancia y posibles significados dentro de la cosmovisión indígena. Unos valores culturales que pese al gran valor científico que poseen, son ignorados e incluso dañados por la mala praxis de las propias instituciones.

Además se ha detectado la desaparición de materiales en superficie en esa zona del monte, bienes arqueológicos que han ido siendo sustituidos progresivamente en los últimos años por basura, plásticos y otros desperdicios dejados a su paso por algunos senderistas y corredores que entrenan en el área. La integridad de los grabados rupestres ya de por sí se ve amenazada por las propias condiciones climatológicas y la acción de los líquenes, que han ido mermando los propios grabados, sin que se hayan tomado medidas destinadas a su conservación y puesta en valor social


Toda esa zona comprendida dentro del municipio de La Matanza constituía un importante centro de reunión y tránsito para los antiguos, que pese a los siglos de aculturación sufridos tras la conquista, mantuvieron vivas tradiciones, tal y como la toponimia tradicional demuestra y que aquí no mencionaremos por precaución, dado el vandalismo extendido como consecuencia de la exposición indebida de estos lugares antaño sagrados en redes sociales. La permanencia de la memoria indígena se hace patente en las prácticas culturales que han sobrevivido hasta la actualidad, en un claro reflejo del sincretismo con el que el pueblo canario consiguió transmitir de generación en generación el conocimiento de nuestros antes y que pese al barniz religioso impuesto por el poder colonial, mantuvo la esencia de esas creencias ancestrales que hacían del territorio y sus elementos naturales un espacio de culto a cielo abierto.


El saber de las yerberas y curanderas, el baño de cabras en el solsticio de verano, la
celebración encubierta de los solsticios bajo, equinoccios y ciclos lunares bajo diferente formas sincréticas, las cabañuelas la alfarería tradicional, algunas formas de arte y prácticas deportivas como la música, el salto del pastor, la lucha, el empleo tradicional del agua o la pervivencia de la huella guanche en otras múltiples formas materiales, hablan de una continuidad humana que pese a los intentos por parte del poder colonial y la intransigencia religiosa y cultural de las élites locales, sigue vigente en la memoria de las gentes que han habitado el lugar de forma ininterrumpida. Cuevas con abundantes materiales, grabados rupestres, estaciones de cazoletas y canales, guardianes de la tradición oral que aún
conservan relatos sobre la resistencia indígena al proceso de conquista y suplantación cultural, son muestras evidentes de la memoria de un pueblo que se negó a desaparecer del todo y que aún resiste en el imaginario popular.


Somos herederos de estos bienes arqueológicos y nuestro deber es protegerlos. De unos años a esta parte, el expolio y los atentados contra el patrimonio indígena son una constante y demuestran una evidente ignorancia generalizada que impide reconocer el auténtico valor de este legado ancestral. Por ello nos parece inconcebible que sean las propias administraciones públicas, encargadas de la conservación y protección del patrimonio natural y cultural de la isla, las que sigan cometiendo atentados que ponen en riesgo esta frágil herencia, que pese a todo aún intenta llamar nuestra atención para que podamos reencontrarnos con nuestras raíces, y de este modo hacer frente a la incertidumbre y desarraigo que predominan en la sociedad canaria actual. Este desapego y extrañamiento de lo propio no es algo casual. Hablamos de un un plan sostenido durante siglos para desapegar al pueblo canario de su propio origen e historia y de esta manera convertir el territorio en un solar en venta, en donde todo absolutamente, sea susceptible de ser comprado y vendido, para favorecer los intereses económicos de unos pocos bolsillos. Aunque esto suponga destruir y aniquilar definitivamente los últimos vestigios de nuestra esencia identitaria como pueblo.


Las instituciones públicas deberían ser las primeras en dar ejemplo y garantizar no ya el respeto a la cultura y la promoción y divulgación del valor real de nuestros bienes patrimoniales, sino limitarse a cumplir con la ley. Una ley que especifica la necesidad de coordinación entre las diferentes administraciones locales para proteger y conservar los bienes arqueológicos y etnográficos con todas las garantías. Es intolerable que sean los mismos organismos encargados de esta función de custodia y salvaguarda patrimonial, los que cometan este tipo de negligencias. Por todo ello exigimos responsabilidades tanto al ayuntamiento de Las Matanza, como al propio Cabildo. El hecho ya ha sido puesto en conocimiento del área de Patrimonio del Cabildo Insular, aunque no esperamos que se diriman responsabilidades, del mismo modo que el caso idéntico anteriormente acontecido en Adeje no generó ninguna respuesta por parte de los responsables políticos. Mientras, se siguen acumulando hechos lamentables como éstos, en los que las administraciones públicas, tienen toda la responsabilidad.


Dañar un yacimiento catalogado y registrado como Bien de Interés Cultural, debería comportar sanciones e incluso penas de prisión y en este caso, la empresa que se encarga de señalizar los senderos debería contar con la información necesaria sobre los bienes arqueológicos que se encuentran a lo largo del recorrido, precisamente para evitar situaciones tan esperpénticas. Informar, señalizar, balizar, divulgar y proteger estos bienes, es obligación en primera instancia de cada ayuntamiento en el que se encuentra el valor y cuando éstos no cumplen, la ley obliga a que el Cabildo y en última instancia el Gobierno de Canarias intervengan. Nada de esto sucede y la descoordinación y negligencia imperantes, están provocando más situaciones insólitas como esta, que no deberían repetirse ni quedar impunes.


Colectivo Imastanen
Defendiendo el legado superviviente

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