Jue. Nov 21st, 2024

“Comedores que reparten comida para toda la semana a los sin techo para paliar el contagio”. Noticias de este tipo y aún peor, continuamos escuchando a lo largo de estos días “de coronavirus”. Frente a estas noticias, quienes apostamos, creemos y defendemos la Renta Básica de las Iguales, (RBis), nos llenamos de razones para realizar la defensa de esta herramienta; y es que esta sociedad y la sociedad del futuro requiere, nos exige y debemos empeñarnos en un cambio fundamental de modelo de vivir; pasar DE LA CENTRALIDAD DEL EMPLEO (de la economía, del mercado, del productivismo,…) A LA CENTRALIDAD DE LA VIDA.

Llegan tiempos extremos y de alarma social, política y económica como los que vivimos y parece que nada de lo que tenemos nos vale para dar respuesta digna a las personas empobrecidas, a la precariedad, y si se me apura, a las necesidades básicas que la sociedad en general necesita para sentir en más hondo sentido de su humanidad.

¡Tantos recursos, tanta riqueza, tantos medios que durante toda una época nos ha embaucado, y no somos capaces de dar una respuesta humana, digna y adecuada de manera generalizada a la vida de todas las personas! Hoy, nos encontramos en un callejón sin salida, sin respuestas y sin apuestas.

Me llena de ánimo y de impulso esta reflexión que recojo de Rosa Zafra en la pag. 8 de la segunda edición del libro “Renta Básica de las Iguales y Feminismos”. “Recomponer esta sociedad desde las cenizas del patriarcado siempre pasará por entender la necesidad de que los recursos materiales y afectivos se repartan por igual entre hombres y mujeres, para ello ¿qué mejor que una herramienta que mine el sistema a fuerza de negar las necesidades de hoy? ¿qué mejor que una RBis para cuestionar el empleo, la jerarquización social en función del mismo? Si la RBis además sirve para dejar de hablar de riqueza (la otra cara de la explotación, opresión y pobreza) ¿por qué no seguir indagando haciendo crecer la reflexión y el sueño?”.

Pongamos todo el contenido de esta reflexión de manera sosegada en medio del miedo y la incredulidad con la que la ciudadanía, en su mayoría, vive el momento de estos días. Multipliquemos este pensamiento con otro del mismo libro, en la pág.15. Yayo Herrero, expone en el prólogo; “Estamos atravesando una profunda involución ecológica, social, económica y política. El modelo de producción, distribución y consumo que hoy se encuentra en crisis y que se intenta desesperadamente volver a poner en pie se ha desarrollado en oposición a las bases materiales que sostienen la vida humana. Construida sobre cimientos insostenibles, la arquitectura de las sociedades heteropatriarcales y capitalistas pone en riesgo los equilibrios ecológicos que permiten la vida humana (y la de otras especies), dificulta las relaciones de interdependencia que nos sostienen como humanidad y amenaza con provocar un verdadero colapso antropológico”.

Tocamos de esta manera la hondura de la vida que parece que se nos escapa o se nos complica o que no hemos cuidado en responsabilidad; no la hemos puesto en el centro.

José Luis Segovia, escribe en estos días en un contexto confesional que comparto totalmente, algunas reflexiones que entresaco; “ha bastado un virus para que nuestras agendas y prioridades vayan cayendo como un castillo de naipes”; o, “se nos había hecho familiar la muletilla de que no estábamos ante una época de cambios, sino ante un cambio de época, Pero no nos lo acabamos de tomar en serio”; o, “de repente, a lo bruto, sin pretenderlo nos toca dar el sí de pecho y testimoniar”.

El cómo apostar y hacer posible mucho de todo esto resulta hasta fácil decirlo, la vida de las personas y cada una de las personas en todos sus derechos, y la apuesta comunitaria que posibilita los cuidados necesarios, están reclamando con urgencia otra manera de organizar y disfrutar de nuestras vidas.

Mientras escribo estas líneas los signos más visibles del capitalismo en la llamada para seguir ofreciendo los mismos servicios para este momento, los del banco Santander y los de Laboral Kutxa o los de Mapfre, como otros muchos que repiquetean en nuestros móviles, vuelven a ser más de lo que no nos ha servido ni nos sirve para lo que necesitamos en el camino hacia un nuevo modelo radicalmente distinto de ser y de vivir.

En estos días, hoy mismo, Instituciones públicas como la Junta de Castilla y León nos han reclamado solidaridad y ayuda a quienes somos simples ciudadanos o ciudadanas o a quienes con mucho esfuerzo hemos logrado organizarnos en algunos de los aspectos a cuidar en nuestras vidas; y lo vamos a hacer, ¡sólo faltaba si podemos!; pero tenemos que aprender tal como nos dicen los compañeros y compañeras de Asturias en el reciente estudio sobre rentas básicas de las personas iguales en su Comunidad Autónoma y en el mismo prólogo; que herramientas como las RBis , sirven “nada más ni nada menos que para sostenernos. Para acceder a la vivienda y poder mantenerla, garantizar la alimentación saludable, disponer de los suministros necesarios, cuidar nuestra salud integral y la de las personas más vulnerables. Para poder relacionarnos, aprender de y con otras, para sentirnos acompañadas, para fortalecernos como comunidad. Para la lucha por los derechos sociales, que en definitiva es la lucha por poner las necesidades humanas y la vida en el centro”.

Creo que éste y no otro, debe ser nuestro paradigma y camino, nuestra propuesta para encuentros humanos distintos, para relaciones distintas, para apuestas nuevas en tiempos nuevos, para poner sensibilidad donde el avance económico, social y político no ha puesto más que frialdad, miedo en muchos momentos, dominio, control y hasta dolor y represión.

Esta apuesta nada fácil y probablemente utópica, (pero la utopía no da miedo), también hoy, en medio de estas situaciones sin salida, requiere estudiarla, compartirla, quererla y amarla personal y comunitariamente, para que no sea una fórmula más, y sí una herramienta, como puedan ser otras muchas, imprescindibles y prioritarias en “tiempos de coronavirus” y mucho más.

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